Por Henry Nadales (*)
22 de mayo de 2007.
Una vez establecida la ciudad de Nuestra Señora de Altagracia de Pedraza en el valle de Los Mogotes, a orillas del riachuelo que hoy lleva el nombre de Quiu, la ciudad permaneció allí por espacio de treinta años. Los belicosos aborígenes Jirajaras acosaban permanentemente a los moradores de la recién mudada ciudad, por lo que a la misma le fue construida una fortaleza de tapia.
A las tres décadas de existencia del pequeño poblado del Fuerte Mene ocurrió un hecho trascendental: una señora, seguramente la esposa de uno de los inversionistas invasores y explotadores establecidos en Pedraza, maltrató abusivamente a una esclava suya que hacía labores del hogar en su residencia. Es probable que por un error minúsculo, por una pequeña travesura de la joven aborigen, la iracunda esclavista golpeo hasta hacer desfallecer a la muchacha que le hacía servidumbre. La valerosa Quiu se levantó, abandonó secretamente el Fuerte Mene, fue al encuentro de su cacique en el bosque y le dio relación detallada de la acción exageradamente violenta e injusta de la mujer que la esclavizaba y maltrataba. El relato del aquel hecho produjo en el cacique un hondo dolor y una profunda indignación. El jefe aborigen comunicó lo informado a otros caciques que organizaron un poderoso ejército de naturales con la intención de atacar a la ciudad y cobrar venganza por hechos similares acontecidos en contra de la dignidad aborigen.
Los jefes aborígenes dieron instrucciones precisas a la joven Quiu: vuelve a la ciudad, entra secretamente al Fuerte, ofrece disculpas a la que cree que es tu dueña, pero deja la puerta de la fortaleza abierta para penetrar al recinto de los explotadores. Eso ocurrió en el año 1647. El ataque se produjo, y casi todas las construcciones fueron destruidas por el fuego y todos los que se encontraban allí murieron en la acción sorpresiva. Sobrevivieron sólo los que estaban fuera de la muralla.
Los pocos sobrevivientes deambularon por espacio de más de dos años por la zona boscosa, huyendo de la persecución de sus atacantes. En el año 1649 el capitán Hernando de Garrido reúne a los pedraceños esparcidos en el bosque y los lleva hasta la ribera oriental del río Ticoporo para reconstruir la ciudad, constituyendo esta la segunda mudanza de Pedraza. Allí la ciudad adoptó un largo nombre: Nuestra Señora de Altagracia Ticoporo de Pedraza.
(*) Cronista oficial del municipio Pedraza.
Estado Barinas.
sábado, 31 de enero de 2009
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