Por Henry Nadales (*)
12 de junio de 2007.
La ciudad de Pedraza permaneció en el sitio de Tampacal por un espacio de tiempo de setenta y cuatro años. También muchas penurias sufrió la viajera en su quinto asiento; allí tuvo que soportar los embates del ataque despiadado de la peste de calenturas que atacaba a un número considerable de personas que residían en el poblado. Fue espectacularmente grave la situación enfermiza de los pobladores. Las personas sufrían de fiebres continuadas y la mayoría de los afectados fallecían después de días y semanas de agonía. Eran sepultados y sus pertenencias incineradas para evitar los supuestos contagios a otros miembros de la vecindad. Sus vestidos, la hamaca, el catre y hasta sus casas eran quemadas con el objetivo de evitar la propagación de la peste que diezmaba a la población.
También se sospecha que hubo en aquellos tiempos una disminución grave de los alimentos, posiblemente ocasionada por la dificultad en el manejo de los suelos para la producción agrícola y por la escasez de mano de obra provocada por las muertes de personas que dejaba la peste de calenturas. La situación se hizo tan dramática que muchos de los pobladores comenzaron a abandonar la ciudad a tal punto que hubo una oportunidad que la ciudad prácticamente se quedó sin gobernantes para ejercer funciones de autoridad.
Los que abandonaron a Pedraza en el sitio de Tampacal huyeron a otros lugares. Unos se fueron a Curbatí, otros se marcharon más hacía el sur, a la ribera occidental del río Canaguá. El 30 de septiembre de 1782, don Tiburcio Farías, teniente de gobernador y justicia mayor de Pedraza; Simón José Dorantes y Agustín Lucerino Duque, alcaldes ordinarios de la ciudad y José Nicolás Gómez, síndico procurador consideran de manera oficial la quinta mudanza. En 1784 hicieron la solicitud de mudar la ciudad al lugar en el que desde hacia algún tiempo residían algunos pedraceños. La respuesta al pedimento tardó dos años en llegar y entonces el teniente de justicia mayor don Salvador Mejías, en 1786 traslada oficialmente a la ciudad de Pedraza al lugar que actualmente ocupa en la margen derecha de río Canaguá. El traslado fue meramente un trámite de carácter oficial porque ya muchos de los residentes estaban establecidos es ese lugar.
La quinta y última mudanza constituyó el sexto asiento de la ciudad de Pedraza y abrigó una esperanza más en la prosperidad de su vida. En 1787, un año después del traslado la ciudad estaba constituida por unas sesenta casas.
(*) Cronista oficial del municipio Pedraza.
Estado Barinas.
sábado, 31 de enero de 2009
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