Por Henry Nadales (*)
15 de enero de 2007.
La encomienda americana era una institución característica de la colonización imperial española, que jurídicamente era un derecho otorgado por el Rey de España a un súbdito español, denominado encomendero, con el objeto de que éste recabara los tributos o los trabajos que los súbditos aborígenes debían pagar a la monarquía, y a cambio, el encomendero debía cuidar del bienestar de los indígenas en lo espiritual y en lo terrenal, asegurando su mantenimiento y protección, así como su adoctrinamiento cristiano. Se supuso que la encomienda era una manera de recompensar a aquellos que se habían distinguido por sus servicios a la Corona y de asegurar la fundación de ciudades españolas en las tierras recién despojadas. La encomienda no tuvo esas características deseadas o por lo menos formuladas; ellas se convirtieron en una abusiva actuación de los españoles que disfrazaban con el manto de la encomienda a una atroz y vergonzosa esclavitud indígena.
En la fundación de Nuestra Señora de Altagracia de Pedraza también hubo muchos aspirantes a encomenderos. Uno de ellos fue don Pedro del Castillo, uno de los primeros habitantes y encomenderos en Pedraza, y quizás estaba entre los soldados que en 1591 acompañaron a Gonzalo de Piña Ludueña en la empresa de la fundación de la ciudad. Es muy probable que Castillo haya sido el primer poseedor de encomienda en Pedraza. Cuando la villa aún no había cumplido un año de fundada, el 8 de septiembre de 1592, don Juan Velásquez de Velasco, Gobernador y Capitán General de la Provincia del Espíritu Santo de la Grita, jurisdicción de la que dependía Pedraza para la época, le encomendó a don Pedro del Castillo, por dos vidas, varios indios jirajaras y timotes. Esta primera encomienda tenía una dimensión territorial significativa porque además de los referidos anteriormente, los documentos de la misma establecían derechos sobre 50 piezas de indios más ubicados al otro lado del río Apure.
La muerte de don Pedro del Castillo liberó a los naturales momentáneamente de la condición esclavista de encomendados, porque a los pocos años, el 2 de diciembre de 1611, un joven de mucho abolengo familiar reclamó, y efectivamente recibió, la encomienda de Pedraza de manos del propio don Juan de Borja, Gobernador y Presidente del Reino de Santa Fe. Ese joven se llamaba Antonio Reinoso y Otalora. Hubo otras y numerosas encomiendas en Pedraza; claro, existieron porque aquí también se realizó repartimiento de tierras entre los invasores y por la presencia de indios para explotar y esclavizar.
(*) Cronista oficial del municipio Pedraza.
Estado Barinas.
sábado, 31 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.